jueves, 31 de octubre de 2013

Legislativas en Argentina: espejos y laberintos

[Nota publicada en El Ciudadano, de Chile]

 Luego de las elecciones legislativas del último fin de semana en la República Argentina, donde se celebraron 30 años de democracia ininterrumpida, se abre un complejo panorama: ¿Cómo queda parado el kirchnerismo? Realidades y especulaciones corpo-mediáticas. Cambios en el tablero: fracasos inesperados y nuevos protagonistas. Las alianzas triunfadoras. El contundente voto de la derecha en disputa con el oficialismo, que espera por la recuperación de su jefa Cristina Kirchner. Con escaso porcentaje, histórica elección de la izquierda, que consigue tres bancas en la Cámara baja. La lectura entrelineas del politólogo y sociólogo Atilio Borón(*) y del periodista e historiador Hernán Brienza.(*)
Sergio Massa, el nuevo fenómeno político

     Las proyecciones que arrojaron los distintos guarismos electorales el último domingo en Argentina depararon una dicotomía en la afrenta oficialismo-oposición. Cada partido llevó agua a su propio puerto y se autopropinó la victoria. Si bien el Frente para la Victoria fue el partido más votado a nivel nacional, con un 32%, y mantiene su mayoría en ambas cámaras del Congreso (logró 18 de las 46 bancas que estaban en juego en la Cámara baja y en el Senado provincial controlará la mitad de los escaños), el arco opositor ganó en más territorios de lo esperado, incluyendo resultados muy amplios en Buenos Aires y las otras cuatro provincias más grandes del país. El personaje más destacado de este grupo es el ahora Diputado Nacional por el Frente Renovador, Sergio Massa, un ex jefe de Gabinete de Cristina Kirchner que ahora se erige como uno de los favoritos a disputarle un espacio de poder de cara a las presidenciales del 2015.


    “Hubo una consolidación de la presencia del Frente para la Victoria en las dos cámaras, lo cual les permitirá manejarse con cierta soltura. No quedan exentos de algunas inflexiones momentáneas a la hora de presentar proyectos y legislar. Al mismo tiempo hay un claro crecimiento de un amplio abanico de fuerzas opositoras cuya capacidad de sintetizarse en una sola fórmula es muy problemática”, enfatiza Atilio Borón.


     Por su parte, Hernán Brienza asegura que hay dos resultados: uno es simbólico y el otro político. “El primero es la victoria de Massa en la provincia de Buenos Aires, o la del PRO y el socialismo en Santa Fe, las derrotas en Córdoba y en Mendoza, lo que en su conjunto hace que sea la novedad de las elecciones del domingo. El resultado político, el que a mí me parece, en términos reales, el que marca realmente el pulso de la política en la Argentina, es el 32% obtenido por el Frente para la Victoria que le permite conservar la primera minoría en el Congreso. En el ámbito nacional, la liga de gobernadores que se presentó junto al kirchnerismo el domingo a la noche demostró una contundencia política que no tiene otro espacio político en la Argentina”.


     Esta cuestión dicotómica aparece también en los grandes medios de comunicación, quienes elaboran una retórica en base a las declaraciones de los candidatos. Desde un sector se habla de la persistencia de legitimidad del kirchnerismo y el surgimiento de distintas oposiciones -subestimando el verdadero peso de este conjunto- en el tablero político. Por el otro son más desmesurados: fin de ciclo. Cristina no está y no sabemos si va a volver. Son tiempos de renovación; reproducen.


     “Peligro de gobernabilidad hay en Estados Unidos -argumenta Borón- donde se cerró el gobierno durante casi dos semanas. Acá no hay la menor chance de que vaya a ocurrir algo así. El Gobierno tendrá una mayoría razonable en ambas cámaras del Congreso y va a obtener quórum propio con algún aliado cercano, salvo que se produzca un súbito deterioro del cuadro económico, aunque sería inesperado”, considera.

     No es la primera vez que los medios hegemónicos como La Nación, Clarín y sus tentáculos mediáticos auguran un fin de ciclo, una gobernabilidad inestable y la crispación de la sociedad hacia un régimen despótico. Sucedió en las legislativas del 2009, cuando el mismo Néstor Kirchner era derrotado por su principal opositor, Francisco de Narváez -quien curiosamente fue uno de los grandes perdedores de los últimos comicios-. Esa referencia, en contextos sumamente disímiles, resulta análoga de lo acontecido el domingo.



     Por entonces fue cuestión de tiempo que Cristina obtuviera su reelección con casi un 54% de los votos, el caudal más amplio para un Presidente desde el regreso a la democracia en 1983. Para saber si se repetirá el mismo fenómeno restará resolver dos incógnitas. Ante la imposibilidad de la re-reelección de la Presidente -se requiere una reforma constitucional, idea que asusta a todo el arco opositor- y la carencia, dentro de su frente, de un candidato que inspire cierta idoneidad y liderazgo, la clave será ungir una alternativa de sucesión presidencial. Por ahora se habla del Gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, quien ya había manifestado públicamente sus deseos de postularse en el 2015, declaraciones que no fueron bien recibidas dentro de su gabinete. Pero cualquier visión o lectura al respecto es prematura. Por otra parte, Sergio Massa va a tener que demostrar su gestión en la cancha y defender la representación que le fue asignada con un 43% del electorado bonaerense, para no seguir los mismos pasos que De Narváez en la carrera hacia 2015.


     Borón estima que “de alguna manera, al kirchnerismo se le abre una cierta expectativa. Si logra resolver el tema de la sucesión puede tener chances de competir con ciertas probabilidades de éxito para las próximas elecciones”.


     Pese a algunas caras afligidas vistas en el búnker del kirchnerismo y un sinceramiento del vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, el oficialismo no ejerce una autocrítica pública. Es lógico: puertas adentro, la historia debe ser otra. Más que nunca deberán poner los pies sobre la tierra y hacerse cargo de la derrota sufrida en varios frentes importantes. Actualizar políticas, e incluso gabinete, podría ser auspicioso. Mejorar medidas que hayan sido exitosas. Incorporar nuevas herramientas para la medición de la inflación, por ejemplo, con el fin de determinar la verdadera influencia en el salario de los trabajadores con respecto a la canasta básica; o cuántos pobres e indigentes ocultados hay en nuestro país. Revisar su gestión, su acción política y sus desaciertos, para seguir en la misma dirección y construir un modelo de manera genuina y que no peligre.


    Según Brienza, el Gobierno no ejerce una autocrítica pública básicamente porque no son reflexiones propias de la dirigencia política: “Yo creo que se revisan algunas cuestiones y se escuchan los mensajes que envían las urnas. No lo hacen público porque no es una costumbre hacer autocrítica en público desde los sectores políticos. Si uno tendría que analizar cuáles son las autocríticas que hizo la oposición en los últimos diez años verá que no se hizo ninguna. Sí creo que, en función de accionar políticamente, cada uno hace su lectura de lo que dicen las urnas”.




Histórica elección del FIT. Altamira, out del Senado
     En otra escala, la elección del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, el conglomerado de trotskistas que propone que un diputado gane lo mismo que un obrero calificado, se encuadra dentro de un marco histórico ya que obtiene, por primera vez desde el retorno al sistema democrático, un lugar en el Congreso. “El Frente de Izquierda hizo una muy buena elección. Creo que en Capital les favoreció el hecho de que no hubiera a mano otra alternativa electoral de izquierda. Las que había estaban asociadas al FpV, pagaron un precio muy caro por eso. Me parece que aprovecharon un espacio vacío y conformaron una buena estrategia. Fueron muy inteligentes en ir hacia esa dirección”, analiza el sociólogo marxista.


UNEN celebra con Pino y Carrió a la cabeza

     
El PRO de Mauricio Macri fue el más votado en CABA
     En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el PRO de Mauricio Macri, con Gabriela Michetti a la cabeza, y UNEN, la alianza que integran Elisa Carrió y Pino Solanas, lograron captar el voto antikirchnerista, lo que llena el escenario de nuevas figuras y candidatos resucitados. Quedan dos años más para salir del terreno de las especulaciones y ver qué decisiones toma el kirchnerismo respecto a su destino. Depende de ellos mantener la legitimidad que le dan las urnas y la advocación de la militancia. Para rectificar caminos y que continuemos hablando de un modelo de Estado presente, para pensar en el futuro.





A celebrar: declaran constitucional la ley de medios en Argentina

     Tras más de cuatro años, la Corte Suprema de Justicia puso fin a la controversia judicial sobre la constitucionalidad de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada en 2009 por el Congreso y frenada parcialmente por las medidas cautelares del Grupo Clarín. El Máximo Tribunal declaró constitucionales los cuatro artículos cuestionados por el multimedios: 41, 45, 48 y 161, vinculados con la multiplicidad de licencias, su transferibilidad y los plazos de adecuación a la ley de medios.


     Clarín, que era el único grupo que no se había adecuado a la norma, tendrá que desprenderse de varias señales de contenido audiovisual, dejar la TV por cable e Internet en 134 ciudades y deberá optar entre Canal 13 y Cablevisión -ambos le pertenecen- en la ciudad de Buenos Aires.


     En el fallo mayoritario, los magistrados consideraron que "no se encuentra afectado el derecho a la libertad de expresión del Grupo Clarín" y que las "restricciones de orden estrictamente patrimonial" que establece la norma "no son desproporcionadas frente al peso institucional que poseen los objetivos de la ley". Afirman que la ley "regula el mercado de medios de comunicación sin efectuar distinción alguna respecto a los sujetos alcanzados por sus disposiciones", es decir, que no apunta a perjudicar a un grupo o medio en particular, sino que regula a todo el mercado audiovisual.



     Brienza celebra el fallo y remarca su importancia: “Después de cuatro años, esto pone en juego la posibilidad de que la comunicación en la Argentina sea más democrática, más plural, y que la sociedad argentina no quede rehén de unos pocos cañones comunicacionales. Creo que es una buena noticia para nuestro país”.

Desde Buenos Aires
Por Matías De Rose
(*)Atilio Borón: Célebre autor de varios libros de ciencia social y filosofía con orientación marxista y con una apuesta política clara de compromiso con el socialismo para América Latina. Doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard.


(*)Hernán Brienza: Escritor. Egresado en Ciencias Políticas en la Universidad de Buenos Aires. En septiembre entrevistó a Cristina Fernández de Kirchner en su residencia de Olivos. La Presidente, vía Twitter, le recomendó a Hugo Chávez la lectura de su libro El loco Dorrego (2007), y tiempo después el venezolano leyó algunos capítulos en actos partidarios en su país.

domingo, 27 de octubre de 2013

Juan 'Sativo', de Tiro de Gracia: marihuana y ley 20.000

Por Matías De Rose
[Nota publicada en el diario El Ciudadano, de Chile]


     
     A mediados de este año, el caso del productor musical Manuel Lagos reinstaló en los medios de comunicación chilenos el debate por las complejidades de la ley 20.000 sobre estupefacientes, y las políticas por la tenencia y el consumo de marihuana. La polémica figura de su detención preventiva -una falsa acusación por liderar un presunto centro de distribución de drogas- sirvió como símbolo para que una buena parte de la ciudadanía y del mundo del espectáculo se movilizara para exigir la modificación de la controvertida normativa actual. Una de esas voces es la de Juan ‘Sativo’, vocalista de Tiro de Gracia, el mismo que hace un par de décadas bajó su melaza del sagrario para que el tabú se vuelva humo.
     “Pienso que es necesario vincular y orientar correctamente al público en general con las políticas de drogas. La ley debe ser modificada de acuerdo al sistema de salud”, argumenta el célebre MC, en referencia al tratamiento que está ganando lugar en la agenda mediática y la opinión pública. “Existe mucha desinformación -redobla-: en el texto de la ley 20.000 dice claramente que la marihuana es un puente a otras drogas como la pasta base o la cocaína”.
     No es la única contradicción que muestra este reglamento. El consumo de marihuana en Chile no está penado por ley, pero sí lo están el cultivo, la compra y el tráfico. Se pueden comprar semillas, pero no se puede cultivar la planta, aunque sí fumar. Como resultado de estas interpretaciones, en el año 2012 se informaron 85.023 detenciones por infracciones a esta ley: 63,8% por porte (54.244 Personas) y 13.8% por consumo (11.773 Personas).
     Como si con estas cifras fuera suficiente, la ley 20.000 tampoco especifica cantidades para distinguir la legítima posesión para el consumo personal y “próximo en el tiempo” y la figura penal del micro-tráfico. Del mismo modo que la ley no especifica cantidades, la Fiscalía tampoco dispone de criterios públicos que transparenten su disposición a formalizar esta figura penal.

Todos somos Manuel Lagos
     “Para mí, el caso de Manuel significó un seguimiento que se les hizo a algunos rostros juveniles de la televisión chilena; una muestra más de por qué es necesario poner sobre el tapete esta discusión. En una carta abierta al público, Manuel escribió una frase que me llamó mucho la atención. Dice: ‘Ahí estaré pensando en todos ustedes, en que estoy y estaremos vivos; en que no somos tontos y ya no somos ignorantes. Sólo estamos indefensos’”.
     Juan ‘Sativo’ confiesa ser apuntado con el dedo constantemente. Acostumbrado a sembrar una defensa artística por el consumo y auto-cultivo de marihuana, siente que no existe el respeto hacia otras políticas. “Quizá nunca me mostré reacio al tema, sino más bien cercano. Eso me ayudó a no tomar otro camino más duro. El alcohol también debería penalizarse y la justicia en Chile debería ser más rígida y atacar más los puntos neurálgicos de distribución de drogas, a diferencia de reprimir a un consumidor casual. Y más si esta persona es un valor y un aporte dentro de su trabajo y dentro de la sociedad”, refiere sobre el hermano del conductor televisivo Sergio Lagos.
   Como sucede en el vasto territorio latinoamericano desde la anunciada guerra contra las drogas orquestada desde Washington, las normativas para combatir el narcotráfico no han hecho más que ampararlo, fomentarlo y reproducirlo, en perjuicio de los simples consumidores. Chile está hoy discutiendo su constitución, su conducta cívica y sus normas. De la ya remota lucha de clases sociales a la actual batalla cultural por las libertades individuales. Para que ya nadie se sienta indefenso. Y para que ya nadie sea Manuel Lagos.




martes, 15 de octubre de 2013

La última hora de Allende

Artículo publicado en el diario El Ciudadano, de Chile.


“Le gusta la buena vida. Varias veces ha dicho que no tiene pasta de apóstol ni condiciones para mártir. Pero también ha dicho que vale la pena morir por todo aquello sin lo cual no vale la pena vivir”. “Allende”, por Eduardo Galeano (Memorias del fuego III).
         
           En la mañana gris de ese martes 11 de septiembre, el Palacio de la Moneda, cubierto por enormes columnas de humo negro, es defendido por leales al gobierno de la Unidad Popular: unos cuarenta hombres, entre ministros, amigos y guardia privada del Presidente. Pese a las lloviznas, las llamas no ceden ante los constantes bombardeos de los Hawker Hunter que arremeten sobre el palacio. El general Augusto Pinochet, el almirante José Toribio Merino y el general de aviación Gustavo Leigh, sumado el jefe de la policía César Mendoza, difunden desde otro punto de Santiago la primera proclama del golpe a través de las radiodifusoras. Le exigen al Presidente que se rinda. En la planta alta, Salvador Allende permanece sereno y determinado en su despacho del Salón Independencia.
-”¡El Presidente no se rinde!”, les rebate Allende a los golpistas, haciendo de su voluntad una fatalidad. Esa determinación es el resumen de su vida política y de su tragedia.
          La escena, suministrada de la realidad con minuciosa verosimilitud, es la primera de Allende, la muerte de un presidente, el unipersonal escrito por el argentino Rodolfo Quebleen. La obra se estrenó en el 2006, en los teatros de Nueva York. Dos años más tarde se trasladaron a la República Bolivariana de Venezuela, donde realizaron más de 200 funciones en varias ciudades del país. El día del estreno, en Caracas, estuvo presente el entonces Presidente Hugo Chávez. Al finalizar la función, el bolivariano subió al escenario y se identificó con Allende: “Mi destino es mi pasado”, dijo, citando una frase del guión. En los últimos dos meses, la obra, interpretada ahora por Jorge Booth, permanece en la cartelera del Teatro La Máscara, de Buenos Aires.
             Allende, la muerte de un presidente refleja la última hora de vida del mandatario chileno, aturdido, traicionado y sin poder político. Apenas un escritorio en escena. Sobre su superficie reposan algunos libros, un velador y dos teléfonos; en un extremo del cuarto hay un tablero de ajedrez, en el otro un asta con la bandera de Chile. Se ve un Salvador Allende particularmente solo y decepcionado. Comprende que aquel golpe tan anunciado explotó finalmente para evitar que pudiera concretar su proyecto de convocar a un plebiscito, en un intento por ratificar la soberanía de la Unidad Popular al frente del Gobierno elegido democráticamente. Se arrepiente por haber creído que las condiciones de lo que pretendía ser una “vía chilena” permitían una evolución pacífica hacia el socialismo dentro de la legalidad burguesa.
              Para escribir este monólogo, Quebleen desarrolló una intensa investigación de arte antropomórfico. Busca, en este texto, establecer qué pensó y cómo actuó el mandatario en esa hora final, acorralado en una Moneda que se hacía cenizas. Utiliza anécdotas y pasajes reales de la vida del Presidente, basándose en grabaciones, testimonios de sobrevivientes y en el propio archivo de la CIA que Bill Clinton mandó desclasificar. El autor, que empezó su carrera como periodista en los años ‘60, tuvo la oportunidad de reportear a Salvador Allende en Estados Unidos, mientras cubría un congreso de las Naciones Unidas para el periódico ABC, de Madrid.
             “Salvador Allende estaba más allá de los partidos y las doctrinas políticas”, considera el dramaturgo rosarino. Y estima que “participó en el juego porque es el medio para lograr el poder necesario para desarrollar proyectos propios o compartidos con los cuales estaba identificado”.
            Cree que Allende tenía buena muñeca para la política, pero que la ejercitaba sólo para retornar al pueblo lo que le correspondía. También piensa que tomaba decisiones apresuradas y que eso lo enfrenta con su imagen de buen estadista. Divide al terreno de la política -y a sus interlocutores- en dos: “aquella y aquellos que practican la política sólo como tal y quienes lo hacen en función del pueblo, de la defensa de su autodeterminación, de su bienestar y dignidad, y trabajan por su redención cuando es necesario”.
            La historia de un país no se puede traicionar con cobardías. Ninguno de los que asaltó la casa de gobierno llegó al poder con el coraje de Jose Miguel Balmaceda, por ejemplo, y Allende, identificado con él, lo reivindica con su propia muerte. “En mi caso -continúa Quebleen- más allá de una ideología, está mi identificación con el proyecto de Allende. Su muerte me impactó y fue como un fantasma que me persiguió, sin saber que en realidad era un duende que peregrinaba, tratando de sobrevivir a la muerte. Paradójicamente, su muerte es muy importante para América Latina. Podríamos decir: gracias por morir en La Moneda. Porque en el instante mismo que sacaban tu cuerpo los bomberos, renacías para alimentar esperanzas”.

Un final a medias
          Booth es un actor de experiencia en el teatro, el cine y la televisión argentina. Pero está visiblemente compenetrado con el ex Presidente chileno, cuya figura, admite, le apasiona. Minutos después de la función, sale a la antesala del Teatro La Máscara -que está ubicado entre las calles Chile e Independencia- con una polera con la cara de Salvador Allende. Saluda a un grupo de diez o doce personas que aguardaban hasta el final para felicitarlo y comentarle sobre su parecido físico al emblemático líder de la UP.
          “Es una responsabilidad muy grande encarnar un personaje así”, se sincera. “Es pesado, uno siempre se pregunta si estará a la altura de las circunstancias. Hasta ahora, por las críticas y por la emoción que se ve en el público, supongo que estaremos haciendo las cosas bien. Realmente lo hago con muchísimo amor”, observa el actor, encargado de interpretar uno de los momentos más trágicos de la historia política sudamericana.
          “Leí libros y vi documentales sobre Allende. Hasta estuve en Chile: recorrí el museo de la memoria, donde todavía están sus anteojos partidos por la mitad y algunas de sus fotografías. Estuve empapándome del clima de Santiago. Pasé por la fundación Salvador Allende, donde me entregaron una carta en apoyo al proyecto. Quedé encantado con Chile y con este personaje maravilloso”.
          A lo largo de la alocución, el personaje se va metiendo en temas personales: sus amores e ideales, la bronca, la traición. Las luces de la sala ocupan también un papel comunicativo, dotando al auditorio de claroscuros que van generando tensión entre las propias butacas.
          “Es una figura enorme. Debería ser mucho más reconocida en Chile. Dio su vida para defender sus ideales y eso no lo hacen muchos. Cuando las papas quemaron, escaparon muchos líderes políticos. Pero Allende, no. Más allá de que alguien pueda estar de acuerdo o no con sus ideas políticas, no se puede dejar de reconocer que era un tipo honesto, derecho y que murió con las botas puestas. Sus ideas hasta el final. No dio el brazo a torcer”.
          En cuanto al final de la obra, preferimos dejar con dudas al lector, así como el elenco y este cronista las tiene respecto al final del propio Allende. Un final a medias. Porque aprendimos que la historia la hace el pueblo. Allende tiene esperanzas en Chile y en su destino. En el hombre libre, que dice: “yo no renuncio”, y paga con su vida la lealtad.
Por Matías De Rose

martes, 24 de septiembre de 2013

La alquimista de la música

[Nota publicada en el diario El Ciudadano, de Chile]

La artista chilena Juga llegó a Buenos Aires para presentar un adelanto de lo que será su nuevo material discográfico Juga di Prima. Sigue dando vuelta al mundo exponiendo en escena su propio repertorio combinado con canciones de la diva francesa Edith Piaf. Su cuerpo es arte y espíritu. Su voz, un cortejo que deambula entre lo real y lo simbólico.

Juga en camarines.  Foto: Jacqueline Orión.

Por Matías De Rose

     Algunos estiman -con acierto- que su partitura es una aventura. Otros, menos osados, se atreven a clasificar su género. “Polinésico”, lo definen. Es decir: de la región llamada Polinesia. Yo le atribuiría algo que es más esencial, incluso diría que su música se originó en otro óvulo, y en otro tiempo. Su naturaleza proviene del cúmulo de ritmos vernáculas y barrocos del archipiélago tuamotu. Se nutre del cabaret de aquella Francia ocupada por el delirio y de una suerte de music-hall contemporáneo. La voz -por momentos dulce, por otros de trémula firmeza- de una Juga con aires de Edith Piaf y Janis Joplin parece un vaivén, que de tan vertiginoso deviene impredecible. Su par Felipe Bórquez suma solemnidad al acto con su piano de cola negro. Él se encarga de musicalizar -también con un acordeón- la escena en que Juga ejecuta su obra con elegancia, erotismo, plumas, melancolía y un impecable manejo interpretativo.
     Seguramente ella esté en lo correcto cuando afirma que su música tiene algo de alquimia. Todas sus experiencias son elementos vertidos en una puesta comunicativa en común. Mientras canta, interpreta. Sus manos se deslizan suavemente, con cadencia, como si estuviera dando pinceladas a una canción. “Estoy jugando mucho con la parte simbólica de distintos factores” -reconoce-. “Ya sea desde el discurso y las palabras hasta el ensamble de ritmos, melodías e instrumentos; el repertorio, el show, el atuendo, las plumas, el cabaret, el sombrero de copa, los colores o las rosas. Incluso factores numerológicos, y otros que se están conjugando, y que trato de hacerlo de la forma más poética posible”.
     Admite que le gusta mucho vivir su vida poéticamente. Es una mujer que piensa antes de hablar y desarrolla una buena dialéctica. Cabal y profundamente consciente. Su vida artística, acaso influenciada por destacadas mujeres de la cultura universal, no entabla relaciones unilaterales. Evoca a María Elena Walsh y Diane di Prima, de quien recuerda que estuvo trabajando durante sus últimos años como alquimista. “La poesía en sí es una alquimia. Siempre me sale como algo natural y trato de ir hacia eso porque creo que te mantiene en contacto con cosas que son muy importantes. Cuando eso se pierde -asegura- se pierde la esencia”.
     Indudablemente no pasó inadvertida en sus primeras presentaciones en Buenos Aires. Dejó una semilla sembrada en la fértil tierra argentina, donde piensa volver muy pronto. Nuestro público la mimó y le hizo saber que es bienvenida. “Tengo una pasión muy fuerte por muchas cosas argentinas, como los dibujos y los libros de “Quino”. Es un genio, desde muy pequeña leía sus libros de humor político, o Mafalda. La literatura vino después de la música. Leí mucho a Borges, Cortázar y Alejandra Pizarnik, de quien incorporo uno de sus versos en una canción. En Argentina sentí muchas cosas familiares: Illya Kuryaki, Luis Alberto Spinetta, Charly García o María Elena Walsh me generan un sentido de pertenencia. Me siento muy arraigada a la cultura de acá”.
     El tango de Roberto Goyeneche que sale del reproductor suena cada vez más tenaz, como si el mismísimo “polaco” estuviese cantando atrás, en el comedor de la casa ubicada en Olivos. Oímos brevemente el compás, el 2x4 y el bandoneón taciturno. De pronto, recuerda: “Hace poco, Charly García dijo: ‘siempre que toco tiene que ser mejor’. O sea, su preocupación al día de hoy para que todo sea más perfecto lo siento muy inspirador. Creo que un artista tiene que ser siempre así. El arte necesita exigencia y que te enriquezcas siempre.”
En el Teatro del viejo mercado. Foto: Jacqueline Orión.
     “Para conocernos más deberíamos cantar -entona en una canción de su disco Cada isla un tesoro-. Cantar hasta que no podamos resistir”. Para la santiaguina de 28 años, “el canto es un cortejo. Es algo animalesco: los pájaros y los gallos cantan. Siento que es algo primal. Algo que no puedo evitar en cualquier estado de ánimo”. Y reflexiona: “Cantar es mi naturaleza”.
     Instintiva, visceral e introspectiva, le gusta vivir de manera intensa y abstraerse en sí misma; así se siente “blindada energéticamente”: “Tengo una comunicación muy fuerte conmigo misma -detalla-, me gusta mucho estar sola. Y de hecho nunca me siento sola. Siento muchas presencias.”, dice esta mujer de enigmática mirada, que cultiva su vida interior, que apela a sus ancestros y cree en la reencarnación de las almas.
     Vivió algo más de un año en Rapa Nui (Isla de Pascua), donde grabó su segundo disco El orden de las cosas y donde sintió, dice, una conexión muy cercana con la naturaleza. “Un misterio muy grande donde yo sentía que era parte de eso. El sol siempre va a estar ahí. La luna también. Ella te ha visto en todas las situaciones. Ha visto las noches de bohemia de todos los poetas y los cantores de todos los tiempos. Entonces qué más inspirador que ese astro…”.
     Nunca sintió temor. O por lo menos eso infiere, como queriendo ser implacable. Quizá lo haya sentido en ocasiones sofocadas por un recurso de autodefensa. “Creo que no soy cobarde”, se permite dudar ahora. Y regresa a su estoicismo natural: “Prefiero enfrentar los problemas y mirarlos a la cara hasta pulverizarme los ojos. Como decía Pizarnik: ‘la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos’. Esta frase que toma como filosofía, justifica de alguna manera la presencia del genoma de diversos cuentos y poemas que ella escribe, en sus composiciones rítmicas. Y aunque también le gustaría poder dedicarse a la pintura en algún momento, comprende que debe focalizar en lo que ella siente como su naturaleza: la música. Porque se siente, además, parte de circunstancias mayores en el orden cultural y cósmico. Una pieza de ajedrez en el bastidor del arte ecuménico. Y porque sabe que debe mirar la rosa, hasta pulverizarla.

Juga di Piaf
     “Piaf era una mujer muy sobria. Sólo con su cara iluminada, sus manos y su voz como medio de expresión, es capaz de pintarte esos paisajes y sensaciones universales que traspasan hasta el idioma. Yo me identifiqué con ella sobre todo porque me enriquece a mí misma, y me pone la piel de gallina poder entonar esas melodías. Llevar esa sensación...”. Al detener su relato, contempla el mate sobre la mesa. Su templanza impone unos segundos de silencioso pensamiento, y completa: “...Lo que ella tiene dentro de su voz es eterno”.
     “Creo que Piaf es una figura clave en la historia de la música contemporánea. Sus composiciones son de una complejidad tremenda y de una diversidad estilística muy osada. Había grandes compositores y letristas involucrados. Su manera de cantar tiene una relación muy fuerte con el tango, pero con muchos otros géneros también. Su postura es muy blusera. Ella era una maestra de ceremonia. Su desgarro y añoranza... tiene canciones muy fuertes. Esa alquimia que es su música donde combina todos los ingredientes de forma perfecta”.
     Lo llamativo de este homenaje es su sensibilidad. De qué manera se invoca a un artista del pasado. El acto de “tenerla presente” asume su adaptabilidad al medio. Como refirió alguna vez Borges, no existe un Dios que cambie el pasado, pero sí sus consecuencias. Y el eco de Piaf sigue sonando, como parte de una cadena, en otras voces y en otras almas.

martes, 13 de agosto de 2013

Villa+Discurso en Argentina

La obra del chileno Guillermo Calderón se lució el último fin de semana en el Teatro General San Martín de Buenos Aires, conmemorando el 30º aniversario del regreso a la democracia en Argentina y los cuarenta años del golpe de Estado en Chile. Villa+Discurso (interpretada por Macarena Zamudio, Carla Romero y Francisca Lewin) ya pasó por más de treinta países, entre los que destacan el Théâtre de la Ville en París, el Festival de Edimburgo, el Centro Dramático de Madrid, el Festival de Liège (Bélgica) y el Festival Internacional de Teatro de Montevideo, entre otros importantes auditorios.


Villa, primer acto. Foto: Archivo. 


Por Matías De Rose

            ¿Recordar o pasar la página? Esa parece ser la disyuntiva actual en relación a la historia reciente de Chile. Villa+Discurso lo expresa de esa manera, pero se arriesga, toma posición y levanta una declaración de principios. Es una obra que explora el pasado y expone al presente en tanto consecuencia. El resultado es análogo de un enorme símbolo que tiene el peso de la realidad política, del sentido de la justicia; el bien y el mal puesto en escena con finísima ironía. Para el director y dramaturgo Guillermo Calderón, “Chile tiene un pasado muy traumático”. Y reconoce: “Lo que yo busco es reconstruir esa historia a partir de una ficción. El acto de recordar es un tema de gran discusión cultural. El pasado está en disputa y creo que el teatro es una de las formas en que la cultura trata de debatir esa versión del pasado y recordar con dignidad todo lo que sucedió”.

            Calderón, un director comprometido con la lucha contra el olvido, cree que “la reconstrucción de la memoria en Chile es un proceso muy frustrante y traumático. Cuando terminó la dictadura estaba la expectativa de que hubiera verdad y justicia, pero no hubo nada de eso. Pasó mucho tiempo y da la impresión de que el tema caducó, principalmente, porque hay instituciones muy grandes como el museo de la memoria, y da la sensación que el país dejó atrás el trauma... pero en realidad está más presente que nunca”.

            Como coinciden sus protagonistas, Villa+Discurso logra ser un debate político. Son dos obras distintas pero perfectamente relacionables. En Villa, una comisión de tres mujeres busca la manera de reconstruir Villa Grimaldi, el centro de detención más grande de la época de Pinochet. El debate entre ellas genera propuestas desbordadas de un morbo que pretende, con humor y cinismo, generar resultados efectistas. A su vez, refleja los inconvenientes reales que afrontan las organizaciones de derechos humanos a la hora de erigir estos ex centros de tortura en símbolos de la memoria y la identidad (ésta última aparece implícita en la manera en que se debate cómo recordar a las víctimas; además las tres mujeres se llaman "Alejandra" y habrían nacido en la Villa).

            “La villa es una opción política directa”, relata Francisca Lewin, ante el consentimiento de sus compañeras. Y extiende su afirmación: “La derecha naturalizó el discurso del olvido. Que hay que construir desde el futuro y sin rencores pasados. Entonces esta obra le dice que no a esa declaración: que este tema es presente. Estas jóvenes (las protagonistas) están cruzadas por el tema de la tortura y la dictadura; son cosas que pasan y que en nuestro país no está resuelto. Hay que pensar el aquí y el ahora, no es momento de pasar a la página siguiente”.

            Macarena Zamudio cree que “el debate que genera es muy necesario. Un espacio de reflexión abierta sin metáforas: las cosas como son. Hay otras que no tienen respuesta, otras con contradicciones, pero de alguna manera eso es reflejo de nuestro país, donde creemos que no hay justicia”. En la misma línea, Carla Romero asevera: “En Chile hay obras de teatro que trabajan lo político metafóricamente. Por eso Villa+Discurso se propuso, desde un comienzo, ser directa, abierta y clara. Es momento de decir las cosas con nombre y apellido. De exponer un personaje político actual y poner sobre la mesa la discusión sobre el museo de la memoria y de Villa Grimaldi, que son presentes y existen”.
Macarena Zamudio, Carla Romero y Francisca Lewin. Foto: De Rose
            “Se convierte en una obra política en la medida que cumple la funcionalidad de ser una cita constante de la realidad y de la historia”, considera Carla. ¿En qué medida el arte influye en la política? Probablemente, la obra se haga más contundente en ese aspecto: en la forma en que plantea situaciones e imágenes reales que están en contingencia y el impulso por poner en crisis cierto estado de orden social y cultural. La intención llega con fuerza, aun cuando “los dramaturgos no están a la altura de esta historia”, como esboza el autor en su guión.

            Por otro lado, aparece Discurso. Se trata de una hipotética despedida de Michelle Bachelet al frente del gobierno, exponiendo sus sueños pero también sus limitaciones, errores y contradicciones. La obra da cuenta de los señalamientos a la Concertación como “derechista” o “continuista” del modelo neoliberal heredado de la dictadura de Pinochet. O de la cultura del silencio. Si bien puede interpretarse como un homenaje a su figura como mujer, a la vez revela cierto malestar con algunas de sus políticas de gobierno, como la ley antiterrorista, la matanza y el desalojo de integrantes de la comunidad mapuche, la negativa a ceder mar para Bolivia o la crisis estudiantil.

            Las mismas tres actrices representan a la ex Presidente. De esta manera se aprecia con mayor profundidad los repliegues de una mujer con cuestionamientos. Se muestra contradictoria al punto de reconocerse inconsistente en su discurso. Critica a los funcionarios que hicieron escuela con Milton Friedman, aunque a los del norte sea “mejor tenerlos como amigos”. Pide perdón “por la educación inmoral” y defiende su polémico posicionamiento dentro del socialismo: “Después de todo, me eligieron para administrar este modelo", plantea.

            Julio Cortazar expresó alguna vez que la mujer chilena representa un coeficiente importante en la vida pública del país. Que por eso la clase política debía ejercer un trabajo enorme en la concientización de la mujer. Salvando diferencias irreconciliables con el escritor argentino y su contexto, Guillermo Calderón parece recoger esa misma determinación. A nivel dramatúrgico la obra está muy bien estructurada. Le da humanidad a Bachelet, se reconoce el personaje político en su figura de mujer. Y de eso mismo se trata: la construcción de Michelle Bachelet como mujer. De ahí en adelante su figura política como consecuencia de una vida traumática.
Guillermo Calderón en la antesala del teatro. Foto: M. De Rose

            Es notorio como el director intenta ser muy cauto respecto a la intencionalidad de su obra. En vísperas a las elecciones en Chile, podría ser mal interpretada su finalidad artística, por eso intenta aclarar para evitar análisis erróneos: “Para mí es muy importante que sea la primera Presidente mujer de nuestro país y la primera persona que dio su cuerpo en relación a los derechos humanos. A veces no se le da la importancia que tiene. Pero ella se convierte en la Presidente del país y tiene que defender una Constitución y un sistema económico. Entonces, muchas veces termina haciendo lo que hace el Estado: formar, reprimir y muchas veces ejercer violencia. Sin embargo creo que no deberíamos nunca perder de vista que es una mujer que ha sido muy golpeada y que eso de alguna forma explica muchos de sus comportamientos como gobernante. Y eso es lo que esta obra trata de mostrar.


Ficha artistica
Obra: Villa+Discurso
Compañía: Teatro Playa
Dirección y dramaturgia: Guillermo Calderón
Elenco: Carla Romero / Macarena Zamudio / Francisca Lewin
Asistencia de dirección: María Paz González
Diseño integral: María Fernanda Videla
Producción: María Paz González

Coproducción: Teatro Playa - Fundación Teatro a Mil

jueves, 1 de agosto de 2013

(des) Ilusión

La conocí en años pasados.
Servía tragos envasados en pócimas viejas.
El amor tras rejas era emblema de sus ritos,
su juego favorito: el anhelo de una vida nueva.  

En sólo una semana aprendí que todo se renueva,
incluso la desilusión hermana
que en pequeñas dosis de crisis emana de su estela,
dejando séquitos de lágrimas vencidas.

Sus palabras erguidas
fueron prohibidas en su secta,
profanas líneas rectas sugerían
cambios en su vida.

Tenía en su cuerpo tatuado,
tachados los nombres de amores pasados.
Fui anécdota, segundos, cenizas, sólo un párrafo;
inútiles intentos de quedar en la historia.

Pero a su memoria volvieron los fantasmas
que sin sábanas atormentaban a cara descubierta.
No podía ser perfecta, pensé al principio,
pero antes de tiempo ella apretó el gatillo primero.

Esa mujer cruel que no cambia la piel ni el deseo,
que no atraviesa el viento paralizada en el tiempo,
me dijo en un texto que estaba angustiada,
colapsada por las penumbras caras del recuerdo.

Así fue que me dijo: no te metas en ésto;
y seguí el consejo por respeto,
fui prudente y circunspecto
pero la paciencia es corta.

Igual no me arrepiento, no me queda otra.
Por eso decidí llevarle la contra:
voy a hacerla inmortal con canciones
hasta que enfrente sus temores
y sepa que en alguien ella importa.

Matías De Rose

sábado, 27 de julio de 2013

Sombras

     "Mi vida no tiene sentido", me repetía detrás del humo de sus cigarrillos. Su mirada estoica y aspecto de mujer invulnerable se derrumbaron con esas cinco palabras. Con sus pupilas oscuras, temerosas.
Intenté rearmar los cristales que sus ojos dejaban caer al suelo, con menos suerte que la que consiguieron mis antecesores.
     Quizá ella no lo sepa, pero es una víctima. Víctima de su pasado y de su frágil presente. Pero principalmente lo es de ella misma. ¿Cuánto tiempo se puede vivir sin cambiar la piel? ¿Sin arremangarse y atreverse a cruzar el río? Sin sentir.
     Cada mañana se eleva de su cama y empieza a girar suspendida en el aire. Se prepara para enfrentarse con un juego que conoce muy bien, pero que no tiene idea de cómo jugarlo (¿quién sabría?). En definitiva, ella nunca se levanta. Es como si siguiera ahí, en su lecho póstumo, inmóvil por el miedo al vapor de la ciudad, a la corteza de los árboles, las palabras, los gestos...
     "Mi vida no tiene sentido", se sigue lamentando, tratando de hallar algo que no existe. Ella es única y a la vez es todas las mujeres. Encontrar un destino, los significados, las certezas a través de los sentidos, no hace más que transformarnos gradualmente en reflejos de algo indefinible. En sombras de sombras inclasificables, inútiles. Es probable que si aceptara que la vida no tiene otro puerto que su punto de partida, se acercaría apenas a un momento feliz. Pero ella ya no es ella sino que es todas. Se aferra caprichosamente a su mundo de cristal y espera quién sabe qué cosa. La invité a levantarse de su cama colapsada, todavía le tengo fe...

Sauri Photography

miércoles, 10 de julio de 2013

"El trabajo hace libre"



     En el último de nuestros traslados desde Chelmno hasta Treblinka, uno de los cautivos de mi furgón nos afirmaba que en Auschwitz estaba nuestra liberación. Bajo una mirada desprevenida esto puede parecer un suicidio, pero no si se ponderara el dramatismo de aquel momento, donde tanto la naturaleza de nuestros sentidos como el parámetro de lo que se presenta como real sufren, invariablemente, severas alteraciones; por lo tanto cualquier teoría, por superflua o rudimentaria que fuera, se recibía con completa esperanza. Di media vuelta, me acerqué a su hombro y le susurré al oído: 
-Auschwitz está entre las tinieblas... Yo mismo he visto a hombres devorándose con otros y tormentos tan aberrantes que no podría describir con palabras lo que mis ojos han testimoniado. ¿Cómo puede usted confirmar que la luz de nuestra ansiada libertad se encuentre en medio de tanto horror?
- Pues yo le voy a contar -me responde-, a riesgo de que confunda mi honestidad con sofismas. Escuché por primera vez el nombre del General Hans-Wittman hace unos pocos meses, mientras llegábamos casi a la terminal Auschwitz-Birkenau. Leímos en la entrada del complejo una leyenda que nos generó un entusiasmo extraño, misterioso... Era un fulgurante letrero de hierro tallado que rezaba: "El trabajo hace libre".
     Lo interrumpo abruptamente, pues me pareció que el mayor pecado de este hombre era su ingenuidad. Le digo:
-Millones de inocentes cayeron ya en los campos de la muerte, trabajando tan ardua como inútilmente para nuestros verdugos. Ese lema no hace más que sentenciar nuestro último fin en la Tierra.
-Como ya he dicho -prosigue, ignorando mi interludio-, oí hablar sobre el General Hans-Wittman por ese entonces. Mucho se comenta acerca de las bondades de este hombre en distintos campos de concentración. Cuentan quienes lo conocieron que es un joven piloto de caza de bombardeo en picado y caza-blindados, que pertenece al Frente del Este. Por su carácter y audacia al frente de la Operación Barbarroja, que invadió a la Unión Soviética, obtuvo fama de distinguido militar: le otorgaron la Cruz de Hierro con Hojas de Roble en Oro, Espadas y Diamantes, la más alta condecoración del Tercer Reich. “El trabajo hace libre”... esa frase ha sido implementada por él en los campos de exterminio. Le voy a contar, Jaim y Lázaro, dos buenos matriceros judíos recomendados por el Obispo de Cracovia, fueron llevados desde distintos guetos de Polonia hacia la presencia de Hans-Wittman para realizar trabajos forzados... 
     Su relato interpoló inconcluso en la nieve de las rutas porque el ferrocarril se detuvo en la terminal de Treblinka. Las crujientes puertas del tren se abrieron de par en par y descendimos a paso trémulo, escoltados por un escaso destacamento de civiles y soldados nazis. Durante un tiempo incuantificable -allí, el tiempo es sólo un proceso de estados mentales- quedaron dando vueltas en mi cabeza las palabras de este cautivo anónimo que, como yo, ya se había convertido en una cifra -estaba identificado con los números 62774-: en Auschwitz está nuestra liberación.
     En un momento de la noche, luego de moler algunas rocas y recibir un baño de agua gélida, vuelvo a dar con este hombre en una de las letrinas donde nos hacinaban junto a ocho o nueve prisioneros más. Le imploro que continúe con la historia del afamado filántropo nazi. Se levanta lánguidamente de su lecho de costal, tendido sobre un puñado de piedras, y me advierte:
-Que mi historia no perturbe su imaginación, que por buscar salida a este infierno se meta en problemas o delirios de hidalguía. Muchos lo han intentado y ahora son mártires del pueblo hebreo. ¿Cómo es su nombre, señor? -me pregunta-.
-Benjamín, mi nombre es Benjamín Lichstein.
-Mire, Benjamín, sólo quien se da por vencido, está perdido. Ese es el famoso lema de Hans-Wittman. Este hombre se rebeló secretamente ante las torturas a la población civil. Consideró que todas las fuerzas armadas traicionaban a la patria y a su insignia militar, ya que su entrenamiento los dotaba para combatir a los enemigos bárbaros. Le comenté esta tarde que Jaim y Lázaro encontraron refugio a merced de este hombre, ¿se acuerda?. La última vez que los vi, me contaron que entrega frecuentemente a sus subordinados los nombres de cientos de judíos que han pasado a Disposición Final en listas apócrifas, pero realmente les da asilo en países que se mantienen neutros a la guerra.
-¿Y de qué manera bendice este buen hombre nuestro porvenir? Sólo un iluminado por Salomón podría edificar el tercer templo de Jerusalén, y a mi buen entender un hombre alemán sólo puede tender falacias.
     Me mira atentamente con su pálido rostro desnutrido y me dice que sólo hay una manera de llegar a él. Simplemente debía desacatar órdenes o actuar como si hubiese perdido la cordura. De esa manera me trasladarían a Auschwitz a modo de afrenta y yo podría topar con mi Mesías.
     Así fue que pasaron dos lunas, y yo, inmóvil, sobre mi tenaz cucheta de madera, sin emitir palabra alguna pese a los golpes y torturas que me ocasionaban fuertes alaridos de dolor y espasmos. Me enviaron, finalmente, a otra división -para mí, desconocida-. Cuando llegué por la mañana, logré divisar a unos cincuenta metros de distancia la frase “El trabajo hace libre”. Inmediatamente pensé que había topado con el lenguaje universal de un dios subalterno. Preferí no torcer mi comportamiento y continué inerte ante los empellones de los soldados, que me llevaban casi al arrastre hacia un imponente complejo de mármol con una enorme esvástica de hierro estampada en su cúpula. No bien pongo un pie adentro, arrojan mi desvalido cuerpo al suelo. Hecho un vistazo hacia adelante y veo un par de botas reluciendo frente a mi cara. Alzo la mirada y un General robusto, de uniforme finísimo con botones de marfil, me observa con sus labios torcidos y me invita a levantarme con un ademán.
- Vamos, levántese -me dice, sereno, con un tono casi paternal-, que sólo quien se da por vencido está perdido.
     Me pongo de pie con las pocas fuerzas que me quedan y, ya sin temor, le pregunto:
- ¿Usted es Hans-Wittman? me han hablado sobre usted.
- Mis hazañas en el campo de batalla fueron pasajeras e independientes de mi nombre, son arbitrariedades convencionales de nula relación con nuestro contrato -me dice ante algunos cadetes que vigilan atentamente junto al portón, y añade-. Sígame.
     A través de unos laberínticos conductos, me guía hacia un jardín en la parte posterior del predio, decorado con unas tupidas ligustrinas. Allí, comienza su lamento:
- Cuántas generaciones pasarán para reparar tanto daño... ¡Cómo lavaremos nuestras culpas cuando el alba del mañana eche luz sobre nuestros pecados! ¿Acaso Dios, el primer día del tiempo, habrá pertrechado una condena al hombre vil que acechara su divina creación? Yo no podré dormir en paz mientras el hombre persista en su estigma maligno. ¿Cuál es su crimen, señor?
- Pues, soy judío -le respondo, haciéndome cargo del delito-.
- Usted mañana mismo va a dejar esta región. Es importante que sepa que por un tiempo va a vivir con otra identidad, en Suiza o la república portuguesa. La justicia ya no será remendada, pero sí su integridad.
     Cuando estoy por gratificar su sentencia, entre sollozos, escucho un fuerte grito por detrás mío:
- ¡Lo tenemos, General! ¡Arroje el arma e inclínese hacia la pared!
     Se aproximan bruscamente tres soldados y recogen su rifle, un típico Tokarev SVT-38, como los que operaban los soviéticos pero con una bayoneta en su cañón. Mientras me apuntan a mí con sus armas, me entregan el rifle de Hans-Wittman y me ordenan acribillarle.
- ¡Hijos de puta! ¡No voy a convertirme en cómplice de la barbarie! -les endilgo en la cara-
     Uno de ellos, posiblemente su superior, me exhorta a enterrar la bayoneta en la espalda del General a cambio de mi libertad. Si yo no lo hacía, con seguridad ambos hubiésemos sido fusilados. Pensé, entonces, en que ésa era ahora mi única salvación. Empuñé firmemente el rifle y lo enterré en el único hombre que me veía como un ser humano. Lo abatí una y otra vez, hasta que escuché un lánguido suspiro de su último aliento de vida. Con las manos llenas de sangre, lo abracé desplomado en el suelo pidiéndole perdón. Los nazis me levantaron de los brazos y me arrojaron a la maleta de un Mercedes Benz negro. 
     Esa misma noche, hace dos años, cumplieron con lo pactado: me enviaron al sur argentino, donde todavía vivo, aunque controlado por jerarcas del régimen, lejos del holocausto. Logré mi liberación, pero cargaré durante toda mi vida con la perfidia de haber matado al Mesías de mi pueblo. Desde entonces, no hago otra cosa que seguir el ejemplo y el legado de Hans-Wittman: el trabajo hace libre. Trabajo para liberar más cautivos junto a un grupo de alemanes desertores y un manuscrito del General que devela el maravilloso secreto de su procedimiento. Ya le dimos asilo a más de trescientos judíos que comprendieron el contenido del mensaje oculto: sólo quien se da por vencido está perdido.


Por Matías De Rose

sábado, 6 de julio de 2013

Los Tetas, en movimiento

Los Tetas presentaron anoche un adelanto de su nuevo corte El movimiento en el Niceto Club de Buenos Aires ante una amplia convocatoria. Tras el éxito que originó su regreso luego de nueve años de separación, aterrizan en Argentina como parte de su gira internacional. Los detalles crónicos de una noche a la luz de la música.

Desde Buenos Aires
Por Matías De Rose
Otra vez en la ciudad. Foto: Niceto club.


     Durante los últimos días, el viejo Palermo de Buenos Aires lució más bien a Bellavista, Manuel Montt o a aquellas calles del nororiente santiaguino. La visita de Los Tetas provocó una vigilia espontánea de la colectividad chilena en territorio trasandino, que se desplegó durante horas ininterrumpidas a través de las transversalidades de la orbe porteña. Sucede que no es común que las bandas chilenas salgan a hacer carrera al exterior, y cuando lo hacen es motivo para pensar en una reivindicación de la disciplina del artista chileno, consolidado y dispuesto a atravesar esas barreras. Por eso es motivo de celebración.
     Una banda consagrada, sí. Pero con un presente que no descansa en lo ya logrado y eso es aun más meritorio. Anoche, Los Tetas dieron una exhibición de música presentando su nuevo single El movimiento. El ritmo del funk y del soul se impregnaba en las paredes cristalinas de la disco y se fundía con el fragor de la noche. El público recogió estos símbolos deambulantes y los hizo propios, haciéndose cargo del sentimiento de nostalgia que generó volver a ver a su grupo estando lejos de casa.
     Unas mil personas desbordaban el auditorio cuando comenzaron a sonar, a telón cerrado, unas inconfundibles armonías sintéticas. Arrancaron con un repertorio distinto al que acostumbran en Chile, muy digno para la ocasión. “Tea Time”, devenido en un decidido dramaturgo, contó una historia arriba del escenario. Hasta la interpretó de manera auténtica y verosímil. A lo largo del show, invocó sucesivamente a “Charly” García y dedicó sus palabras a los músicos argentinos. Aprovechó para distinguir que es "un orgullo tocar en este país, aquí está la historia del rock".
     En marzo pasado habían vuelto a visitar la Argentina después de dieciséis años. En 1997, presentaban su súbito Disco de Oro Mama Funk, compartiendo distintos escenarios nada menos que con los Illia Kuryaki and The Valderramas y los Enanitos Verdes. Es notable como la siembra de aquellos años floreció en una gran cantidad de público argentino que vitoreaba a la banda chilena. Una marea que agitaba largamente sus brazos pidiendo un poco más de esa medicina que Los Tetas elaboraron allá por los noventa.
     El EP que presentan en esta gira es una serie de temas inéditos y clásicos del conjunto, materializados en un sencillo llamado El movimiento. La fusión del funk, el soul y el hip-hop sigue latente con una sincronía casi perfecta. La consigna fue siempre tan simple de entender como difícil de realizar: “Sólo se trata de música”. De ese lema se desprende la identidad indivisible de esta banda y su comportamiento dentro de una atmósfera que pocos saben crear. Como si realmente sólo se tratara de música... Así de fácil.
     Los Tetas están otra vez en la ciudad. Hoy siguen su recorrido por el país trasandino en las ciudades de Córdoba y Rosario. Reflejan en cada acorde sus circunstancias y muestran un camino que invita a tanto artista consagrado de Chile a recorrer. Ya poco importan las distinciones, los adornados calificativos e incluso este relato. Qué más se puede agregar, si sólo se trata de música.

jueves, 13 de junio de 2013

Un instante para siempre

Sixto, Alida y un desencuentro.
     
     No logro recordar con precisión las perturbadoras noches en que apretaba, nervioso, mi cigarrillo contra el cenicero, mientras esperaba a que ella volviera a atravesar la puerta de nuestra casa en Konitsa. en la periferia griega cercana a la frontera con Albania. Pasaba las horas pululando del cuarto a la cocina y de la cocina a la ventana, deseando que los militares no la reconocieran. Sí recuerdo con rigor su maniática obsesión por el paso del tiempo. Macedónico, el galope de los días había arrasado contra todo diálogo entrañable entre Alida y yo. Ella era muy cauta. Podía pasar horas mirando un punto fijo mientras desfilaban por su mente, quizás, los más sombríos pensamientos. Llamé a mi buen amigo Ciro, que me concedió algunas horas de su insomnio para seguir planificando las emboscadas. Conocí a Ciro y a Alida en 1967, durante nuestra resistencia clandestina al régimen de los Coroneles. Yo venía provisto de antecedentes familiares en la lucha armada de guerrillas. Zenón, mi padre, había sido un agente expedicionario y sobreviviente del Ejército Popular Griego de Liberación que combatió la ocupación de las fuerzas del eje durante la segunda guerra mundial, pero lo fusilaron en 1950 cuando la guerra civil orquestada desde Norteamérica y las agencias británicas llegaba casi a su fin. Mi madre, Ofelia, una mazorquera analfabeta y alterada, enviudaba a cargo mío y mis atribulados diecisiete años. Desde aquel momento comencé mi batalla apartado en los suburbios de Elefsina, en el Ática occidental, dieciocho kilómetros al noroeste de Atenas. Heredé de mi padre su nutrida biblioteca (en ella convivían armoniosamente tomos de Sartre, Marx, Nicos Poulantzas y Platón), su fusil y el fuego interior de la lucha que había marcado su vida y su muerte.
     Cuando Ciro me detallaba el estratagema que había discurrido, buscaba tranquilizarme frente a la siempre cercana posibilidad de la muerte. Me repitió dos o tres veces: “Si algo te llegara a pasar, Sixto, yo cuidaré de Alida como si fuera mi hermana”. Su seguridad me dio una tenebrosa mezcla entre calma e incertidumbre. Cuando Alida regresó, me abrazó con lágrimas en los ojos. Sus dos segundos de silencio retumbaron en un abismo de tiempo indefinido. Me miró a los ojos acariciándome las mejillas con sus heladas manos de porcelana y me besó la frente. Entre el estertor de la noche y la llegada del alba a través de las nubes del otoño, dormimos juntos sobre el trigo del molino de Don Lisandro, el padre de nuestro amigo Ciro. Nos despertamos repentinamente a las horas, con un estruendo inconcluso que se asemejaba a un disparo. Se vistió con mi cardigán gris y nos llevó a caminar a través de un lúgubre sendero empedrado, rodeado por casas de ladrillos y techos bajos, que desembocaba en las montañas de Épiro. Allí, Ciro nos tomó una fotografía con una antigua pero bien conservada cámara Contax-s. Noté un adiós en su mirada anémica y melancólica. Al intuir en su semblante un grito desesperado, sólo atiné a preguntar por qué. Me respondió, con pesadumbre y solemnidad de réquiem, que no soportaba el paso del tiempo encerrada y que no era saludable para ninguno de los cuatro. Tras notar mi desconcierto, me dijo que esperaba un hijo de Ciro y que se irían ambos a comenzar una nueva vida a Yugoslavia. Quedé atónito por la desolación y la dejé ir sin querer escuchar más nada. Para mí el mundo y la lucha clandestina habían llegado a su ocaso.


     El último recuerdo que me dejaron fue esta fotografía. Nadie fue testigo de ese desencuentro, salvo por los dos militares infiltrados que aparecen por detrás nuestro, a la derecha de la imagen, que nos tomaron por sorpresa con una ráfaga de tiros que dieron en el cuerpo de mi amada y su amante con impacto certero. Yo logré escapar de ese lugar, pero jamás pude hacerlo de ese instante.


Por Matías De Rose