martes, 13 de agosto de 2013

Villa+Discurso en Argentina

La obra del chileno Guillermo Calderón se lució el último fin de semana en el Teatro General San Martín de Buenos Aires, conmemorando el 30º aniversario del regreso a la democracia en Argentina y los cuarenta años del golpe de Estado en Chile. Villa+Discurso (interpretada por Macarena Zamudio, Carla Romero y Francisca Lewin) ya pasó por más de treinta países, entre los que destacan el Théâtre de la Ville en París, el Festival de Edimburgo, el Centro Dramático de Madrid, el Festival de Liège (Bélgica) y el Festival Internacional de Teatro de Montevideo, entre otros importantes auditorios.


Villa, primer acto. Foto: Archivo. 


Por Matías De Rose

            ¿Recordar o pasar la página? Esa parece ser la disyuntiva actual en relación a la historia reciente de Chile. Villa+Discurso lo expresa de esa manera, pero se arriesga, toma posición y levanta una declaración de principios. Es una obra que explora el pasado y expone al presente en tanto consecuencia. El resultado es análogo de un enorme símbolo que tiene el peso de la realidad política, del sentido de la justicia; el bien y el mal puesto en escena con finísima ironía. Para el director y dramaturgo Guillermo Calderón, “Chile tiene un pasado muy traumático”. Y reconoce: “Lo que yo busco es reconstruir esa historia a partir de una ficción. El acto de recordar es un tema de gran discusión cultural. El pasado está en disputa y creo que el teatro es una de las formas en que la cultura trata de debatir esa versión del pasado y recordar con dignidad todo lo que sucedió”.

            Calderón, un director comprometido con la lucha contra el olvido, cree que “la reconstrucción de la memoria en Chile es un proceso muy frustrante y traumático. Cuando terminó la dictadura estaba la expectativa de que hubiera verdad y justicia, pero no hubo nada de eso. Pasó mucho tiempo y da la impresión de que el tema caducó, principalmente, porque hay instituciones muy grandes como el museo de la memoria, y da la sensación que el país dejó atrás el trauma... pero en realidad está más presente que nunca”.

            Como coinciden sus protagonistas, Villa+Discurso logra ser un debate político. Son dos obras distintas pero perfectamente relacionables. En Villa, una comisión de tres mujeres busca la manera de reconstruir Villa Grimaldi, el centro de detención más grande de la época de Pinochet. El debate entre ellas genera propuestas desbordadas de un morbo que pretende, con humor y cinismo, generar resultados efectistas. A su vez, refleja los inconvenientes reales que afrontan las organizaciones de derechos humanos a la hora de erigir estos ex centros de tortura en símbolos de la memoria y la identidad (ésta última aparece implícita en la manera en que se debate cómo recordar a las víctimas; además las tres mujeres se llaman "Alejandra" y habrían nacido en la Villa).

            “La villa es una opción política directa”, relata Francisca Lewin, ante el consentimiento de sus compañeras. Y extiende su afirmación: “La derecha naturalizó el discurso del olvido. Que hay que construir desde el futuro y sin rencores pasados. Entonces esta obra le dice que no a esa declaración: que este tema es presente. Estas jóvenes (las protagonistas) están cruzadas por el tema de la tortura y la dictadura; son cosas que pasan y que en nuestro país no está resuelto. Hay que pensar el aquí y el ahora, no es momento de pasar a la página siguiente”.

            Macarena Zamudio cree que “el debate que genera es muy necesario. Un espacio de reflexión abierta sin metáforas: las cosas como son. Hay otras que no tienen respuesta, otras con contradicciones, pero de alguna manera eso es reflejo de nuestro país, donde creemos que no hay justicia”. En la misma línea, Carla Romero asevera: “En Chile hay obras de teatro que trabajan lo político metafóricamente. Por eso Villa+Discurso se propuso, desde un comienzo, ser directa, abierta y clara. Es momento de decir las cosas con nombre y apellido. De exponer un personaje político actual y poner sobre la mesa la discusión sobre el museo de la memoria y de Villa Grimaldi, que son presentes y existen”.
Macarena Zamudio, Carla Romero y Francisca Lewin. Foto: De Rose
            “Se convierte en una obra política en la medida que cumple la funcionalidad de ser una cita constante de la realidad y de la historia”, considera Carla. ¿En qué medida el arte influye en la política? Probablemente, la obra se haga más contundente en ese aspecto: en la forma en que plantea situaciones e imágenes reales que están en contingencia y el impulso por poner en crisis cierto estado de orden social y cultural. La intención llega con fuerza, aun cuando “los dramaturgos no están a la altura de esta historia”, como esboza el autor en su guión.

            Por otro lado, aparece Discurso. Se trata de una hipotética despedida de Michelle Bachelet al frente del gobierno, exponiendo sus sueños pero también sus limitaciones, errores y contradicciones. La obra da cuenta de los señalamientos a la Concertación como “derechista” o “continuista” del modelo neoliberal heredado de la dictadura de Pinochet. O de la cultura del silencio. Si bien puede interpretarse como un homenaje a su figura como mujer, a la vez revela cierto malestar con algunas de sus políticas de gobierno, como la ley antiterrorista, la matanza y el desalojo de integrantes de la comunidad mapuche, la negativa a ceder mar para Bolivia o la crisis estudiantil.

            Las mismas tres actrices representan a la ex Presidente. De esta manera se aprecia con mayor profundidad los repliegues de una mujer con cuestionamientos. Se muestra contradictoria al punto de reconocerse inconsistente en su discurso. Critica a los funcionarios que hicieron escuela con Milton Friedman, aunque a los del norte sea “mejor tenerlos como amigos”. Pide perdón “por la educación inmoral” y defiende su polémico posicionamiento dentro del socialismo: “Después de todo, me eligieron para administrar este modelo", plantea.

            Julio Cortazar expresó alguna vez que la mujer chilena representa un coeficiente importante en la vida pública del país. Que por eso la clase política debía ejercer un trabajo enorme en la concientización de la mujer. Salvando diferencias irreconciliables con el escritor argentino y su contexto, Guillermo Calderón parece recoger esa misma determinación. A nivel dramatúrgico la obra está muy bien estructurada. Le da humanidad a Bachelet, se reconoce el personaje político en su figura de mujer. Y de eso mismo se trata: la construcción de Michelle Bachelet como mujer. De ahí en adelante su figura política como consecuencia de una vida traumática.
Guillermo Calderón en la antesala del teatro. Foto: M. De Rose

            Es notorio como el director intenta ser muy cauto respecto a la intencionalidad de su obra. En vísperas a las elecciones en Chile, podría ser mal interpretada su finalidad artística, por eso intenta aclarar para evitar análisis erróneos: “Para mí es muy importante que sea la primera Presidente mujer de nuestro país y la primera persona que dio su cuerpo en relación a los derechos humanos. A veces no se le da la importancia que tiene. Pero ella se convierte en la Presidente del país y tiene que defender una Constitución y un sistema económico. Entonces, muchas veces termina haciendo lo que hace el Estado: formar, reprimir y muchas veces ejercer violencia. Sin embargo creo que no deberíamos nunca perder de vista que es una mujer que ha sido muy golpeada y que eso de alguna forma explica muchos de sus comportamientos como gobernante. Y eso es lo que esta obra trata de mostrar.


Ficha artistica
Obra: Villa+Discurso
Compañía: Teatro Playa
Dirección y dramaturgia: Guillermo Calderón
Elenco: Carla Romero / Macarena Zamudio / Francisca Lewin
Asistencia de dirección: María Paz González
Diseño integral: María Fernanda Videla
Producción: María Paz González

Coproducción: Teatro Playa - Fundación Teatro a Mil