lunes, 8 de junio de 2015

¿A qué estamos jugando?

Artículo publicado en la sección "Nuevas Tintas" del diario El argentino (Zona Norte) -7 de junio, día del periodista-

¿A qué estamos jugando?

Periodismo. Periódico. Periodicidad. Frecuencia. Con estos pocos conceptos que distinguen a la profesión del “periodista”, bien se podría utilizar la definición de “periodismo” para las fases de la luna, la cosecha en las viñas o la transición del invierno a la primavera. El término anglosajón journalist, y sus derivados -en Italia es giornalista, en el vocablo portugués jornalista, en francés journaliste), es menos abarcativo aun, puesto que refiere a una periodicidad diaria.
La identificación general es imprecisa. Sería interesante contrastar esta especificación con la materia prima, el centro de este noble oficio: la información -vale decir recolectar, sintetizar, jerarquizar, publicar-. Nuestra “objetividad” -siempre subjetiva- en virtud de reflejarle a la sociedad lo que se nos presenta como “realidad” o las pequeñas “realidades” del presente o el pasado.
Aventurados son los que se empeñan en discutir el rol del que hace “periodismo militante” o “independiente”, mientras todavía no empezamos ni por la raíz de nuestra existencia. Somos partícipes de un presente en constante cambio, como Moreno lo fue al comienzo. No como Cabezas. Pero al final del día, vamos a tapar las grietas con cemento, por el que volveremos a marchar todos juntos. Porque sino, ¿a qué estamos jugando?.

Matías De Rose (26); Olivos, Vicente López.
Blog: www.vistasdepunto.blogspot.com.ar (Puntos de vista).
Mis autores favoritos son: Rodolfo Walsh, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, Leila Guerriero, Truman Capote, Martín Caparrós.

¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?

Yo jugué al periodismo en mi infancia. Aquellas cartas devotas de la Difunta Correa que encontraba en las veredas del barrio, me llenaban de curiosidad. Las guardaba a todas. Después, procuraba encontrar las restantes en mis travesías con la bici. Un día, preguntando a mis mayores, descubrí el orígen de esta leyenda, que más tarde encontré llena de amor. Pero no identificaba al amor con apenas ocho años a cuestas (tampoco podría hacerlo ahora). Lo único que sentí fueron los cosquilleos de pensar que había develado un gran misterio, y dí por terminada la búsqueda. Hoy soy yo quien elije dejar su testimonio por escrito. Y dejar que vuele con el viento, para que otro pibe pueda encontrarlo jugando en las veredas del barrio.



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