martes, 4 de octubre de 2011

Chilenos en Argentina colocan en la mesa de discusión el conflicto educacional

Publicado en el diario chileno El Mostrador. Enlace: Historias detrás de la cordillera    

Pablo Cossio en los pasillos de Sociales. Foto:Matías De Rose.
     Estudiantes chilenos residentes en la Argentina ponen en la mesa de sus similares trasandinos el debate sobre la lucha por la educación pública y gratuita. A pesar de que ven en el plebiscito una salida al conflicto, no creen que en Chile sea factible de llevar a cabo, debido a que “no hay una construcción política desde abajo que nos beneficie. El tema de la asamblea constituyente, que en Chile se está consolidando, para mí es un acto fundamental de democracia, pero no el contexto de aplicarla”.
    En pleno centro de la ciudad porteña de Buenos Aires, el movimiento estudiantil “Chilenos exiliados por la educación” realiza sus asambleas en la Plaza Houssay, rodeados por la facultad de Ciencias Económicas, Medicina y Ciencias Sociales, tres cátedras públicas dependientes de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Como tantos otros extranjeros, Pablo Cossio (21) llegó a la Argentina en busca de un derecho fundamental que en su país no podía obtener, a menos que invirtiese un alto costo por ello: la educación.

-¿Cuál era tu situación cuando decidiste venir a estudiar a la Argentina?
     Yo llegué a la Argentina a principios de este año. En 2009 estaba en Chile estudiando Trabajo Social desde hacía un año con la Beca Valech por la exoneración política de mi abuelo, transferible hasta la tercera generación. Esa beca me financiaba unos 2.500 dólares anuales, entonces me facilitaba estudiar porque tenía que pagar muy poco, alrededor de 300 pesos argentinos mensuales (70 dólares). El problema es que a mitad de año la beca se me cayó porque el Gobierno tenía que confirmarla con la universidad, para pasarle el dinero. En esa confirmación, el Gobierno dice que faltan unos papeles y que la beca no la reconocen como Valech sino como Rettig, que también es de la comisión que estudia los casos de persecución y tortura en 1973, pero con otros beneficios. La Rettig es para el beneficiario directo, o sea mi abuelo, y no me la podían transferir a mí. Entonces perdí esa beca y solicité un crédito con aval del Estado. Ahí pude terminar el año pero endeudado con la universidad, porque el crédito no me financiaba todo lo que lo había hecho la beca, así es que en este momento estoy con una deuda de 2.500 dólares.

-¿Ya sabías que en Argentina podías estudiar gratis?
     Particularmente, no tenía idea que la educación argentina era gratuita. Es curioso lo que se vive en Chile, es como vivir en una burbuja. Piensas que el mundo es como te lo pintan allá y que tu vida tiene que estar capitalizada completamente; por eso es algo histórico que se esté debatiendo la universidad sin fines de lucro, era impensado en Chile y también lo creíamos así en otros países. Cuando una profesora me dijo que era pública y gratuita la universidad en Argentina fue una impresión tremenda. Es un proceso revolucionario mental que se esté hablando de educación gratuita en Chile, y empezar a cuestionarse cuán privatizada esta la vida allá. Finalmente trabajé todo el año y me vine en marzo de este año a estudiar Sociología a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

-Venir a vivir a Argentina, ¿no supone un gasto similar al de una carrera universitaria en Chile?
     Acá estoy viviendo con aproximadamente 1.600 pesos argentinos mensuales (380 dólares); en Chile mi carrera me costaba 2.100 pesos argentinos por mes (500 dólares). Entonces para mí es más factible vivir acá, porque a esos dos mil pesos hay que considerarle el pasaje -el transporte en Chile es más caro que aquí-, las fotocopias, la alimentación, etcétera; entonces ya con eso gasto más de lo que invierto acá en vivir y estudiar a la vez.

-¿Cómo nació Chilenos exiliados por la educación?
     Se formó en junio por todos los compatriotas que querían sumarse a la iniciativa, y citamos a una asamblea en una convocatoria por Facebook. Como en Chile estaba empezando el movimiento estudiantil y había recién terminado el conflicto por Hidroaysén, donde también hubo movilizaciones en Buenos Aires, la asamblea empezó a hacer un trabajo político en las facultades e informar sobre lo que estaba pasando en Chile, en un trabajo en conjunto con organizaciones políticas de la universidad. Esa es la dinámica de la asamblea. Es abierta y vienen distintas organizaciones políticas universitarias, a pesar de que no es un trabajo partidario, que no tiene la orgánica jerárquica de un partido político, es una asamblea horizontal y con cargos rotativos.

-¿Cómo fueron coordinando el trabajo entre el movimiento y las distintas agrupaciones sociopolíticas y universitarias?
     Por la orgánica que tienen los partidos políticos acá, fue muy complejo el trabajo en conjunto por nuestra forma de organización horizontal. En nuestras marchas y movilizaciones, la Federación de Universitarios de Buenos Aires (FUBA) salía a la calle a apoyarnos, aunque de a poco fue desapareciendo porque nosotros le dimos un contexto más político a nuestra organización y teníamos un concepto más crítico hacia la FUBA y su organización dentro de la UBA. Entonces se empezaron a distanciar porque veían que también teníamos una crítica hacia el modelo educativo argentino. Nosotros somos estudiantes de la UBA y nuestra tarea es contribuir a mejorar esta universidad. También en agradecimiento al pueblo argentino, que es quien la paga con sus impuestos. Entonces las organizaciones políticas que no han comprendido eso se fueron alejando de a poco de la asamblea. La propuesta horizontal, sobre todo en las universidades, cuesta mucho instalarla. Somos uno de los pocos movimientos políticos que están poniendo en boca el tema de la organización asamblearia, y ha tenido mucha adhesión por lo mismo. De todas maneras, estamos haciendo trabajos de formación y actividades en los colegios secundarios desde hace tres meses. Fuimos a dar charlas, a explicarles a los alumnos que ellos son el motor de la defensa de la educación pública y de los cambios absolutos. Es importante que sepan del contexto político de su país. Les dijimos que no le tengan miedo a hacer política, que la política tenebrosa es la de arriba y la buena es la que hacemos desde abajo. La idea es tener perdurabilidad en el tiempo, independientemente de lo que pase en Chile.

-¿Qué resultados obtuvieron en estos cuatro meses de movilización?
     Se hizo un trabajo importante, no sólo logramos la solidaridad de los estudiantes argentinos y la visibilidad del conflicto chileno aquí, sino que logramos poner sobre la mesa respecto al debate sobre cómo la privatización de la educación y de la vida influye en nuestro colectivo y en nuestra vida individual. Ese es el punto de vista que colocamos con los compañeros argentinos, con el tema de defender la educación pública, mejorarla y hacerla al servicio de los trabajadores y del pueblo, porque a pesar de que es gratuita, aquí no estudian ni hijos de obreros ni las personas que viven en las villas-miseria (poblaciones precarias). El mensaje que nosotros les damos a los compañeros de Argentina es que hay que luchar y que nos solidarizamos con su lucha. También les decimos a los estudiantes chilenos que más allá de lograr educación gratuita hay que lograr una transformación social, porque ni la educación ni la salud gratuitas son sinónimos de mayor igualdad social. Al contrario, nos dice que tenemos que ir hacia esa transformación.

-¿Desde acá ven una solución al conflicto? ¿Es viable un plebiscito?
     Dentro de la asamblea justamente tenemos una comisión que está tocando temas como el plebiscito. Vamos a analizar el tema de la asamblea constituyente, que tiene mucho que ver con eso. Nosotros vemos al referéndum como un canalizador de la gente en las calles, un filtro que se hace de esa lucha. Pero en este momento en Chile, para nosotros, no es factible. No hay una construcción política desde abajo que nos beneficie. El tema de la asamblea constituyente, que en Chile se está consolidando, para mí es un acto fundamental de democracia, pero no el contexto de aplicarla.

                                                                 Modelo para armar
     El sistema educativo argentino está integrado por servicios de gestión estatal, privada, cooperativa y social, y su estructura comprende cuatro niveles: Educación Inicial, Primaria, Secundaria y Superior, con sus ocho modalidades. El Estado Nacional fija la política educativa y controla su cumplimiento. Además debe garantizar el ejercicio del derecho constitucional de enseñar y aprender, y el acceso de todos los ciudadanos, hombres y mujeres, a la información y al conocimiento como instrumentos centrales de participación en un proceso más igualitario.
     El financiamiento del sistema educativo argentino contempla el presupuesto consolidado del Estado nacional, las provincias que lo componen y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). El presupuesto otorgado no será inferior al 6 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), según el artículo 9 de la Ley de Financiamiento y convenios bilaterales del Ministerio de Educación de la Nación Argentina.
     La Ley de Educación Nacional (LEN), sancionada a fines del año 2006, establece que la educación y el conocimiento son un bien público y un derecho personal y social garantizado por el Estado, el cual se obliga a no suscribir tratados bilaterales o multilaterales de libre comercio que impliquen concebir la educación como un servicio lucrativo o alienten cualquier forma de mercantilización de la educación pública.

Datos en cifras:
• 24 mil estudiantes extranjeros forman parte actualmente del Sistema Universitario Argentino.
• Un 22 por ciento de los estudiantes de posgrado son extranjeros.
• Un informe del Centro de Estudios en Políticas Públicas (CEPP), basado en datos de la UNESCO, revela que la matrícula total de Educación Superior en la región Mercosur pasó de 12.197.300 alumnos en 2001 a 18.595.322 en 2008; es decir, un 52.4 por ciento más, mientras que en Argentina el aumento fue del 33 por ciento en ese mismo período.

Fuentes: Ministerio de Educación de la Nación Argentina y Departamento de Información Universitaria (DIU).

Por Matías De Rose.

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