martes, 25 de agosto de 2015

Los ojos de América

Nota publicada en Guay, suplemento juvenil del diario Miradas al Sur.

Entrevista a Daiana Rosenfeld, directora de “Los ojos de América”. – Por Matías De Rose

Los ojos de América (Amor y anarquía)

El jueves 20 se estrenó en el cine Gaumont -espacio INCAA- Los Ojos de América, documental ganador del concurso DOCTV Latinoamérica IV. Dirigido por Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto, trata sobre la apasionada historia de amor que protagonizaron los anarquistas América Scarfó y Severino Di Giovanni en los albores de la década infame.


América Scarfó protagonizó una apasionada historia de amor. Una de las más polémicas que hubo en la Argentina, considerando que las mujeres, por aquel entonces, no gozaban de muchas de las libertades y derechos que posteriormente irían conquistando. En 1929, con catorce años de edad, América conoció a Severino Di Giovanni (27), el anarquista expropiador más buscado del país en la década del '20, y se enamoraron rápidamente. 

Di Giovanni era un joven italiano que, como muchos otros, decidió exiliarse en la Argentina tras el establecimiento del fascismo de Mussolinni en Italia. Se había casado con su prima Teresa Masciulli, con quien tuvo tres hijos una vez establecidos en Morón, provincia de Buenos Aires. Pero nada, ni la edad ni las convenciones sociales ni los prejuicios, pudieron impedir que su amor hacia aquella niña prosperara. Con América se identificaban, además, en los ideales libertarios de un movimiento político y social que tuvo un peso muy fuerte en la Argentina anterior a la dictadura militar de José Félix Uriburu (1930-1932). 

Una las realizadoras del documental, Daiana Rosenfeld, destaca la búsqueda de “una historia de amor tan apasionada en un contexto histórico como la década del ´20 en nuestro país: un momento signado por el anarquismo, la lucha por el cambio social, por pensar en un mundo diferente posible”. Y añade que “con la llegada de los inmigrantes, sobre todo italianos y españoles, arribó también la idea de un cambio social, con aires libertarios y horizontales, con ideas revolucionarias que la primera dictadura militar y los magnates imperialistas de turno intentaron exterminar. En ese sentido, la muerte de Severino y Paulino Scarfó -hermano de América-, el show mediático que se generó alrededor de tan salvaje hecho de pena de muerte, la cobertura de los medios de comunicación, habla de un momento histórico y de una sociedad que no estaba preparada para el cambio, un pueblo que no quería ser libre”.

A partir de documentos personales extraídos de Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia, un ensayo del escritor Osvaldo Bayer, testimonios y sobre todo de las cartas de amor que Severino le enviaba a su amada, se va reconstruyendo la consolidación de la relación. Es por esta razón que el documental exhibe una narrativa epistolar que da cuenta de los detalles de su intimidad. Hubo entre ellos encuentros clandestinos y visitas fugaces, hasta que finalmente juntos comenzaron un proyecto de vida con una economía autosuficiente y una organización horizontal, que era consecuente con sus ideas, y que concluye cuando a Severino lo fusilan en al año 1931, a los 29 años de edad. Desde ese momento América se refugió en el anonimato.

Es interesante la apuesta en términos visuales, compuesta por recreaciones, imágenes simbólicas y fotografías llenas de vida, de manera que la mirada de Di Giovanni en primer plano cobra una inquietante presencia; sus ojos están llenos de brillo y de preguntas. Según Rosenfeld, “una búsqueda más poética que estrictamente documental es interesante para reflejar una cierta intimidad que hace de espejo con un contexto social y político de la época. En ese sentido y al usar como documentos principales las cartas, fue necesario una reconstrucción visual más acorde con los relatos en cuanto a la forma, por eso la estética en ese punto es más jugada. Además, el archivo audiovisual y fotográfico era muy escaso y fue necesario apuntar a recrear una atmósfera acorde con la narración”.

Este documental surgió de una investigación sobre mujeres anarquistas de la Argentina, tema que la realizadora seguirá recorriendo en su próximo trabajo, cuando reconstruya la vida de Salvadora Medina Onrubia. Anarquista, teósofa, dramaturga y poeta, la esposa de Natalio Botana, el fundador del Diario Crítica. La historia indaga en la vida de Salvadora desde una reconstrucción subjetiva acerca del mundo: como mujer, como madre soltera a los dieciséis años en la década del ´10, como dramaturga y como anarquista.

“Me interesa rescatar los valores del anarquismo” -reflexiona- “aquellos que llegaron a fines del siglo XIX y comienzos del XX para hablarnos de la libertad individual y colectiva, de un cambio profundo, de la igualdad y la humanidad, del ser consecuente a nivel cotidiano con las acciones que uno lleva a cabo. Como dice América en la carta que le enviaba al pensador francés Emile Armand: "No hay que contentarse con esperar, sino que se hace necesaria nuestra acción cotidiana. Hay que liberarse de prejuicios, falsedades morales y códigos absurdos".

Trailer:



Ficha técnica:

Los Ojos de América (Argentina, 2015). Documental histórico. 

Dirección, guión, producción, fotografía y montaje: Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto.
Dirección de sonido: Gaspar Scheuer.
Música: Martín Rodríguez.
Motion Graphics: Fernando Motrel.
Dirección de arte: Viviana Haimovitz.
Asistente de producción: Mía Cardeña Haro.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Detrás de la fachada

Nota publicada en Guay, suplemento juvenil del diario Miradas al Sur

El jueves 13 se estrenó El Clan, dirigida por Pablo Trapero. El film narra la historia de los Puccio, la familia que conmocionó a la sociedad argentina de los años '80.

Por Matías De Rose

En un escalofriante plano secuencia, Trapero invita al espectador a recorrer la intimidad de los Puccio en su propia casa, donde se evidencian las vicisitudes de una familia aparentemente normal pero que esconde en su interior los más oscuros secretos. Arquímedes pasa de la cocina al comedor sujetando una bandeja con un plato de comida. Su hijo menor no lo mira, está distraído viendo la televisión. Sube las escaleras. Habla con una de sus hijas que está estudiando en su cuarto. El travelling se detiene dos metros más adelante en la puerta de otro cuarto, de cuyo interior se oyen gritos de desesperación. Abre la puerta y deja el plato de comida junto al amigo de su hijo Alejandro, que está encapuchado y encadenado a una bañera.

El realizador del film pone el ojo precisamente en ese detalle: en la culminación de una serie de secuestros organizados por el clan Puccio, haciendo foco en cómo vivían la situación en el seno familiar, más que en los hechos delictivos en sí.


La trama se centra en el jefe de esta organización, Arquímedes Puccio, y su hijo mayor, Alejandro, interpretados respectivamente por Guillermo Francella y Peter Lanzani, quienes lograron una notable transformación de sus dotes actorales. Detrás de la fachada de una típica familia del barrio de San Isidro, se oculta un siniestro clan dedicado al secuestro y asesinato. Arquímedes lidera y planifica los operativos. Alejandro, estrella del club de rugby CASI y jugador de Los Pumas, se somete a la voluntad de su padre para identificar posibles candidatos y se sirve de su popularidad para no levantar sospechas. Los integrantes de la familia son cómplices en mayor o menor medida, viviendo de los beneficios que obtienen de los suculentos rescates pagados por los familiares de los secuestrados. Mediante el uso de elipsis que sitúan al espectador en la Argentina de comienzos de los años ‘80, el film comienza con un discurso del entonces presidente Raúl Alfonsín (1983-1989) en el juicio a las juntas militares (1985). Es un buen recurso para contextualizar los hechos, pero Trapero pretende también mostrar algo más profundo. Puede observarse como una reflexión sociológica: la evidencia de un funcionamiento social que la dictadura había sembrado con terror. La violencia, el disciplinamiento, el ocultamiento, la complicidad e incluso la indiferencia, como ha referido su director.

La historia previa de Arquímedes es muy importante: se cree que fue miembro de la Triple A, contactos que le servirían de protección para su accionar delictivo posterior, y años antes había sido diplomático de Perón. Para los vecinos del barrio, era un padre prolijo y trabajador al que llamaban “el loco de la escoba”, ya que era visto con frecuencia repasar la vereda dentro de su pijama en horarios poco habituales. En ese sentido, la elección de Francella resulta un acierto en la medida que se trata, como Arquímedes, de un tipo común, familiar, de apariencia inofensiva. Por la imagen que se tiene de él, seríamos incapaces de relacionarlo a algún delito. De esa manera logró un personaje intenso, de mirada intimidante, arrogante pero con cierta mesura.

Quien recibió excelentes críticas es Peter Lanzani con su papel de Alex, personaje clave en la articulación del relato. Es un chico que pudo haber optado otros caminos pero que termina sometido a la complicidad de su padre. A través de Lanzani, el público logra empatizar con Alex como con ningún otro personaje. Otro acierto del director, quien profundiza en su vida personal y va exponiendo sus transformaciones -tiene su trabajo, su equipo de rugby, sus amigos, conoce a su novia, cambia sus actitudes, planea casarse y viajar a Suecia-. Pero también lo es de manera análoga, seleccionando a una joven promesa en el ascenso de su carrera, en relación directa con la realidad del personaje representado.

Es para destacar la labor de fotografía e iluminación por la que se registra en cámara un clima sórdido y tenue, a la vez que familiar. Esto se potencia con el aura oscura que genera la mirada de Arquímedes, cuya frialdad es bien captada por los primeros planos a su rostro. Son recursos que utiliza también para destacar la incomodidad en la mirada de su hijo Alejandro de participar en esos delitos -los que, sin embargo, acepta y forma parte-.

La época está bien lograda por la vestimenta, los australes, las patentes negras y sobre todo por la música -Virus, Serú Girán, The Kinks- que termina de anclar al espectador en los '80, aunque en este aspecto el recurso por momentos resulta excesivo y contrarresta, posiblemente adrede, las escenas dramáticas que puedan resultar más agobiantes. El ritmo y la tensión crecen significativamente cuando promedia el film y llegan al clímax hacia el final con un desenlace impactante.

El clan llegó a las salas y se perfila como el estreno argentino más importante del año. El realizador, una de las voces más destacadas del llamado Nuevo Cine Argentino deja de lado la marginalidad social que caracteriza a sus historias y se atreve a explorar por primera vez tres géneros en uno: una historia verídica, de época y un policial. Si bien desde Mundo Grúa (1999) a la actualidad es evidente una transición hacia un cine más comercial o masivo, Pablo Trapero conserva su propio estilo: sus producciones continúan exhibiendo relatos atroces sobre sujetos que viven en los márgenes de la sociedad, donde el antagonista principal es el poder.



FICHA TÉCNICA

El Clan (Argentina, España, 2015). Drama. Policial. Thriller.

Duración: 110 minutos.
Distribuidora: Fox
Guión y dirección: Pablo Trapero
Elenco: Guillermo Francella, Peter Lanzani, Lili Popovich, Gastón Cocchiarale, Giselle Motta, Franco Masini, Antonia Bengoechea y Gabo Correa
Fotografía: Julián Apezteguía
Música: Sebastián Escofet
Sonido: Vicente D'Elía y Leandro de Loredo
Edición: Pablo Trapero y Alejandro Carrillo Penovi
Dirección de arte: Sebastián Orgambide.