jueves, 2 de diciembre de 2010

Tchong Kuan: Budismo en el Barrio Chino porteño


Liberación universal - Bodhisattva de la compasión
A pocos metros de la estación Belgrano C, en un barrio que se disfraza de ciudad china llamado “China Town” por los turistas o más popularmente conocido en Buenos Aires como el Barrio Chino, se encuentra la congregación de una de las religiones con más adeptos en Asia: Tchong Kuan, el Templo de la Asociación Budista de origen Mahayanna, que significa “gran camino.”
En Montañeses 2175 se alberga el templo de Buda Gautama, una estructura llamativa de dos pisos con una puerta de vidrio que, al permitir ver hacia el interior -más allá de toda creencia o dogma- sugiere ingresar  a conocer esta religión no teísta.
Un hombre calvo que atiende desde la recepción no revela su nombre, pero se acerca con su túnica color gris oscuro y se presta para un diálogo en la antesala decorada con pequeños budas dorados, flores de loto que representan el “nacimiento divino” y aroma a incienso.
El encargado cuenta preceptos y comportamientos de los fieles budistas con un apasionamiento propio de un hombre que entrega su vida a la religión: “Nuestro objetivo es descargar el karma para evitar volver a nacer”, explica y aclara que “para Buda la vida es sufrimiento. Uno nace, envejece, enferma y muere.”
Además, al señalar hacia el templo, que sólo se abre de par en par para que un monje dé inicio a la ceremonia de los domingos, se ve un salón brillante por su pulcritud, al cual es necesario descalzarse, cuestión de "dejar fuera toda la suciedad imperante en el mundo."
Lo que quizás más capture la atención es la figura de un imponente Buda dorado de unos dos metros de alto, al cual llaman Sakyamuni, y se encuentra en medio de dos Bodhisattva de la gran compasión. Estas figuras femeninas son “seres iluminados” revela el devoto.
En Tchong Kuan no se limitan a enseñanzas netamente de fe. En su segundo piso se dan clases de meditación, cursos para aprender el idioma mandarín y caligrafía china, clases de Kung Fu, Tai Chi Chuan y, además, poseen una sede social y una biblioteca de libros con contenidos de ayuda espiritual y disciplinas de las artes marciales características de este país oriental.
Todo es mantenido con la colaboración de los seguidores, quienes aparte de consumir los servicios y actividades de la asociación, contribuyen con un capital adicional por decisión propia, ya que su religión no les permite aceptar subsidios del Estado. Todo es construido con paz y dedicación, así lo predican y así lo practican.  

Por Matías De Rose.